
Traducción de F.G. Montoya & J.C. Álvarez

Mientras bajábamos por el camino, otro grupo de norcoreanos quiso hacerse unas fotos con nosotros y nos pidieron que les cantáramos una canción. Un discordante pero bien intencionado “Venceremos” se alzó de nuestras gargantas, mientras los coreanos aplaudían y se reían. Cuando terminamos, los norcoreanos nos rodearon y llenaron alegremente nuestros bolsillos de manzanas, mientras nuestros ojos se llenaban de lágrimas y nuestros corazones quedaban conmovidos por sus expresiones de aceptación y de aprecio incondicionales, a pesar del hecho de que éramos americanos.Lo anterior no fue ningún sueño. Yo acababa de pasar una semana al norte de la infame Zona Desmilitarizada (ZDM), con una pequeña delegación de abogados abiertos al diálogo, con el objetivo de construir puentes para la paz y de practicar el camino del entendimiento, en el espíritu de Atticus Finch en Matar a un Ruiseñor, cuando decía que realmente no podemos “entender a una persona hasta que no consideremos algo desde su punto de vista ... hasta que no nos metamos en su piel y andemos por el mundo dentro de ella”. En medio de toda la retórica de los gobiernos, a menudo olvidamos nuestra universal condición --que todos los seres humanos son bondadosos y solidarios por naturaleza. Yo supuse que Corea del Norte representaría todo un desafío para mi corazón, pero al emprender este viaje de paz a una nación supuestamente peligrosa y devastada por el hambre, no estaba preparado para encontrarme en ella con los bolsillos repletos de comida, con el corazón rebosante del afecto de los norcoreanos, y con nuestras preconcepciones sobre esta tierra completamente trastocadas. Durante 1300 años o más, la península coreana fue una nación --y un solo pueblo. Aunque tuviera que sufrir la humillación y la tragedia de numerosas invasiones y ocupaciones violentas, no fue hasta mediados del siglo XX que una potencia extranjera, los Estados Unidos, dividió unilateralmente su país. Esta división ejemplifica una política exterior americana todavía atrapada en las prácticas fracasadas del siglo XX, una política que favorece los muros por encima de los puentes, las amenazas por encima del diálogo, y el conflicto por encima de la paz. Unos abogados de Pyongyang invitaron a nuestra delegación del Gremio Nacional de Abogados a pasar una temporada en Corea del Norte, con el fin de examinar con nuestros propios ojos al presunto "enemigo". Yo había trabajado en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación Sudafricana, participando en mediaciones y realizando aproximaciones terapéuticas legales, y en dichas actividades había comprobado que tales aproximaciones reducen enormemente los conflictos. Cuando escuchamos activamente y entendemos los sentimientos y la experiencia “del otro bando”, profundizamos nuestra conexión y ponemos en práctica la esencia misma de las relaciones humanas --la compasión.

• MITO 1 - Corea del Norte se encuentra aislada del resto del mundo. Muchos países, incluyendo la Unión Europea, Italia, Canadá, Gran Bretaña, Australia, Nueva Zelanda, Suecia y otros mantienen relaciones diplomáticas formales con la RDPC. Durante nuestro vuelo conocimos a un consultor agrícola canadiense de Saskatchewan, a un sueco que ayudaba a los agricultores coreanos con las vacas, a diplomáticos congoleños, a periodistas británicos, a un ruso que establecía intercambios de arte con la RDPC, a un profesor de Liverpool, y oímos múltiples lenguas y acentos de muchos otros países en nuestro corto vuelo desde Beijing. Durante nuestra estancia vimos grandes grupos de turistas chinos, y nos topamos con turistas surcoreanos en un circo de Pyongyang. Conocimos a un hombre de negocios escocés de Edimburgo que se mostró entusiasta acerca del país y que esperaba poder establecerse en él, a un periodista británico que enseñaba a diseñar páginas web y daba clases sobre mercados bursátiles internacionales a estudiantes de periodismo y a funcionarios del gobierno norcoreano, y a una enfermera finlandesa que llevaba tres años en el país. Todos tenían una valoración muy positiva el país y de su gente, ninguno deseaba la guerra y todos esperaban que el pueblo de América llegase a conocer alguna vez la verdad sobre Corea del Norte. Los funcionarios congoleños confirmaron nuestras observaciones: que el nivel de vida en Corea del Norte es mayor que en muchos lugares de África, del Caribe y de otras partes del mundo.
• MITO 2 - El Gobierno está matando de hambre a su propio pueblo.Aunque los funcionarios que encontramos admitieron que había existido una escasez de alimentos durante las inundaciones y las catástrofes ocurridas a finales de los años 1990, éstas eran noticias pasadas. En aquel tiempo fue el propio gobierno de la RDPC el que se dirigió a la comunidad internacional para solicitar ayuda alimentaria ante aquel inmenso desastre natural. Hoy los norcoreanos todavía necesitan algunas importaciones, como la mayor parte de países, pero en todos los sitios a los que viajamos vimos que crecían las cosechas --incluso sobre los tejados. El arroz se dejaba secar al raso sin vigilancia. Había pequeñas fruterías y la gente parecía sana y activa. Muchas otras personas que encontramos y que habían viajado por todo el país corroboraron nuestras observaciones.

Tristemente, los EEUU insisten en las sanciones económicas, y su presión sobre Japón, Corea del Sur y otros países para que supriman su exportación de alimentos a la RDPC, ejemplifican la inhumanidad de la utilización de los alimentos y del hambre como instrumento político. Con las mismas justificaciones falsas utilizadas para iniciar la guerra contra Irak, resulta obligado para cualquier persona u organismo responsable conocer la realidad auténtica y basar todas sus decisiones en información actualizada.
• MITO 3- Los soldados de los Estados Unidos no pueden entrar en Corea del Norte sin ser tiroteados o asesinados. De forma sorprendente, encontramos a soldados estadounidenses, no sólo a lo largo de la ZDM, sino también en nuestra pensión en Pyongyang. Una pequeña unidad de soldados americanos se encontraba allí para viajar al campo con el fin de buscar los restos de americanos muertos en la Guerra de Corea. Aparte de su alarmante presencia, estos soldados americanos también proporcionaron la mejor corroboración para nuestras observaciones de las condiciones existentes en Corea del Norte. Habiendo viajado extensamente por todo el país, admitieron no haber visto a nadie que mostrara síntomas de hambre; dijeron que aquella gente parecía bien alimentada y también que se veían cosechas por todas partes. Reconocieron que todos los norcoreanos eran muy amables con ellos, y admitieron que la RDPC no era en absoluto como se la habían descrito.

Más adelante el comandante Kim compartió sus sueños: había querido hacerse escritor o periodista después de la graduación; pero en tonos más sombríos describió la historia que le llevó a él y a sus cinco hermanos a "recorrer la línea de la ZDM” como soldados. Dijo que quería que escucháramos su historia como americanos y como abogados. "Los abogados", dijo, “llevan la fe y la justicia en sus corazones, y los americanos deben entender lo que ocurrió aquí. Yo estoy solo, pues toda mi familia murió en Sinchon”. Nosotros sabíamos que Sinchon era una ciudad del norte conocida por las extremas atrocidades de guerra cometidas por las fuerzas estadounidenses. El comandante describió cómo su abuelo fue ensartado en un poste, torturado y asesinado por los americanos, mientras su abuela era muerta por una bayoneta en el vientre. Las lágrimas afloraron a sus ojos mientras describía cómo su padre se había quedado huérfano a los seis años, así como la incapacidad de su padre que, siendo un chiquillo, no pudo defender a su familia. “Así pues, mis hermanos y yo tenemos que hacerlo ahora”, dijo. Y sabiamente afirmó: “No tenemos nada en contra del pueblo americano. Nos oponemos a la política hostil del gobierno estadounidense y a sus esfuerzos por ejercer el control del mundo entero e infligir la calamidad a otros pueblos”.
Esa misma tarde encontramos a un Coronel, un poco más lejos siguiendo la línea de la ZDM; el coronel nos urgió a ayudar a la gente a ver lo que realmente ocurre en la RDPC, en vez de basar sus opiniones en la desinformación. Él nos dijo: “Sabemos que, igual que nosotros, las gente americana amante de la paz tiene niños, padres y familias”. Mirando fijamente hacia fuera, al terreno majestuoso a menudo calificado como “el lugar más peligroso de la tierra”, le hablamos de nuestra misión de llevar a América un mensaje de paz, y que esperábamos volver un día a Corea y "pasear juntos libremente por estas hermosas colinas”. Él hizo una pausa y dijo: “Yo también creo que eso es posible”.

• MITO 5 - Corea del Norte quiere ser una potencia nuclear.La RDPC ha dado señales contradictorias sobre si realmente posee o no armas nucleares. Habitualmente se refiere “a una fuerza nuclear como elemento disuasorio”. Un oficial nos dijo que ellos no tienen tales armas, y otros funcionarios afirmaron que sí. Entonces uno puede concluir que es posible que exista una fuerza nuclear como elemento disuasorio, aunque esto pueda ser un bluff para hacer que el gobierno estadounidense se lo piense dos veces antes de lanzar un ataque. Sin embargo, la pregunta no es simplemente si la RDPC posee tales armas, sino si los EEUU, que tienen alcance nuclear sobre la península coreana y más de 700 misiles nucleares en Corea del Sur, están dispuestos a firmar un tratado de paz. Al final, el juego del gato y el ratón es un círculo vicioso. Nosotros observamos que los norcoreanos desean ardientemente la paz y no quieren tener armas nucleares si la paz puede ser alcanzada. Sin embargo, en esta era de "cambio de régimen” en Irak, de la doctrina de la guerra preventiva de Bush, de los esfuerzos estadounidenses para desarrollar armas nucleares a bajo costo y de su rechazo de los tratados internacionales, no es sorprendente que la RDPC juegue la baza nuclear. Todos los norcoreanos que encontramos nos dijeron que, como habían prometido en el Acuerdo Marco de 1994, abandonarían su programa nuclear a cambio de relaciones pacíficas con los EEUU. Aprender a ponerse en el lugar de los demás no sólo implica liberarse de los mitos. La realidad de las experiencias del pueblo coreano debe ser reconocida, y nuestra nación debe aceptar su responsabilidad por su papel actual e histórico en el mantenimiento del contencioso. Como los acontecimientos del 11 de septiembre nos han enseñado de manera terrible y dramática, debemos entender por qué la gente de otras naciones guarda resentimiento hacia nosotros.En 1905, en lo que los coreanos llaman la “primera traición”, el gobierno estadounidense dio su aprobación secreta al Japón para que ocupase y gobernase Corea, lo que condujo a varios millones de muertes y a la deportación al Japón de mujeres coreanas como “chicas de placer” y trabajadoras esclavas. La división del país llevada a cabo por Washington a finales de la Segunda Guerra Mundial se hizo sin consultar a los coreanos. La Guerra coreana de 1950-1953 fue una de las más bárbaras y brutales de la historia del mundo, y ningún tratado de paz se firmó nunca, de modo que técnicamente nuestras naciones todavía están en guerra. A lo largo del país advertimos que ningún edificio parecía tener más de 50 años. Durante la guerra coreana, los aviones estadounidenses bombardearon despiadadamente el país, destruyendo prácticamente todo hasta que, según dijeron los militares americanos, no quedó en pie “nada digno de tener nombre”.

En el edificio conmemorativo de Sinchon recorrí las filas de fotografías y de representaciones de los ataques realizados contra civiles, y las fotos de cuerpos carbonizados y decapitados. Las fuerzas estadounidenses y surcoreanas repartieron folletos y propaganda por toda la provincia, llamando a la caza y asesinato de miembros del Partido Comunista y de "sus familiares”. Vimos pruebas de las más de 500 personas que fueron introducidas en una zanja, empapadas de gasolina, rociadas con fuego y quemadas vivas. Cerca del edificio conmemorativo, entramos en un refugio aéreo donde más de 900 personas, incluyendo a mujeres y niños, se reunieron durante un ataque. Los soldados estadounidenses vertieron gasolina y colocaron dinamita en los conductos de ventilación de los refugios, prendiendo fuego a continuación. Las paredes del refugio todavía están ennegrecidas por la carne quemada. Ante semejante horror, como en la visita que yo había hecho unos años antes a Hiroshima, podía sentir las impresiones viscerales de los terribles gritos de socorro atravesando como puñales mi corazón.
Mientras salíamos del refugio, absolutamente conmocionados por las atrocidades cometidas en nuestro nombre, vimos a varios soldados norcoreanos que escuchaban una historia contada por una mujer cuya familia había muerto en Sinchon. Su voz se estremecía de emoción, y los soldados nos miraron con curiosidad mientras caminábamos solemnemente hacia el edificio conmemorativo y las tumbas masivas de Sinchon. Depositamos algunas flores allí, dejando también un pedazo de nuestros corazones.

La premisa adoptada por la administración es que debemos tener los militares más fuertes del mundo, siempre disponibles para librar dos o más “guerras de exhibición” simultáneamente, y para “desalentar" a cualquier otra nación a que desafíe nuestro liderazgo o tan siquiera aspire a desempeñar “un mayor papel regional o global”. Los dirigentes estadounidenses proclaman que las próximas luchas y guerras se librarán contra el Islam y más tarde se desplazarán a Asia, y que representan un choque de culturas consistente en "Occidente contra el resto del mundo”. Para muchos de nosotros, sobre todo los que vivimos en Occidente, la noción de nuestros militares volviendo a sus raíces en la “caballería" del siglo XIX no logra evocar imágenes positivas basadas en la construcción de relaciones bilaterales y de paz.
Tristemente, un vistazo al mundo de hoy permite contemplar esta marcha militar hacia la locura, que se revela plenamente en Oriente Medio. Siendo dicha política de conquista la que guía las actuaciones del ejército americano, no resulta sorprendente que, mientras nos encontrábamos en la frontera norte de la ZDM, oyéramos a las tropas estadounidenses en el Sur emitiendo por los altavoces la obertura de Guillermo Tell –más conocida como el tema central del Llanero Solitario --“High Ho Silver”. La paz y la estabilidad en Asia son contrarias a estos proyectos de dominación norteamericana, y harían superflua la presencia de nuestras tropas en Corea. Un mercado asiático floreciente en tiempos de paz y la alianza comercial entre los países asiáticos representaría una gran amenaza económica para el predominio y el control estadounidense de la región.
Actualmente la mayor parte de los países de la zona se dirigen a China, la nación productora más grande del mundo, en busca de comercio y apoyo. Corea del Sur, nuestro aliado más cercano al que decimos defender, negocia más con China que con los EEUU. Se desconoce la forma en que la Administración Bush "desalentará", de modo consistente con su Nuevo Siglo y sus objetivos fronterizos, este progresivo "desafío a nuestro liderazgo” o “el papel regional y global cada vez mayor” desempeñado por China. Lo que realmente sabemos es que una guerra en Corea causaría a las economías de las naciones circundantes un daño calculable hasta en un trillón de dólares, sin mencionar el consiguiente sufrimiento humano de millones de personas en Corea. De manera terrible, la Administración puede creer que el ejército americano y una guerra en Corea podrían ser su única opción para asegurar su dominio de esta parte importante del mundo en el siglo XXI. El método principal para mantener la inestabilidad y generar el apoyo a la guerra ha sido una campaña concertada para demonizar a una nación entera. Podemos ver esto por todas partes. Recientemente me llamó la atención un titular colgado en el tablón de anuncios de un supermercado local: “El Arca de Noé Ha Sido Encontrada en Corea del Norte…
Kim Jong Il la convierte en su propiedad personal”. El artículo citaba a un reciente desertor que supuestamente había visto el Arca, y decía que este “símbolo poderoso para los cristianos” era la carta de triunfo “de un hombre cuya cordura es más que dudosa”. El artículo terminaba con una súplica para que “los EEUU se muevan rápidamente para salvar este tesoro inapreciable”. Es verdad que esto apareció en el tablón de un supermercado, pero no es demasiado diferente de las opiniones extremistas vertidas en los medios de comunicación acerca de Corea del Norte y de su supuesto “líder porno” que trafica con drogas y se dedica a la trata de blancas en el mundo entero.

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