4/5/09

1º DE MAYO EN MADRID

Carlos Hermida


El pueblo de Madrid ha conmemorado un año más la fecha simbólica del 1º de mayo, día en que los trabajadores hacen sentir en las calles su fuerza y solidaridad. Convocada por los sindicatos Comisiones Obreras y UGT, la manifestación partió de la plaza de Neptuno y concluyó en la Puerta del Sol, donde los secretarios generales de ambas centrales sindicales se dirigieron a más de 100.000 personas que llenaban la plaza y las calles próximas, enarbolando banderas rojas y republicanas.

En la marcha estuvieron presentes, entre otras organizaciones, el PCE, el PCE (m-l), la Plataforma de Ciudadanos por la República, Unión Proletaria, y muchos colectivos de inmigrantes que corearon consignas a favor de la unión de todos los trabajadores, españoles y extranjeros, para luchar contra el enemigo común: la burguesía y el capital.

Este año la conmemoración del 1º de mayo ha tenido un significado especial. Frente al carácter más festivo de otros aniversarios, en esta ocasión ha primado el sentido de lucha frente a la crisis capitalista que arrastra a millones de personas al paro y la miseria. Una de las consignas más repetidas fue la necesidad de convocar una huelga general como medio de poner freno a las medidas económicas del gobierno del PSOE, que se dedica a inyectar miles de millones al sector financiero mientras el desempleo supera los 4 millones de personas y decenas de miles de familias ven embargadas sus viviendas al no poder pagar las hipotecas.

La actual crisis económica ha mostrado una vez más el verdadero rostro del capitalismo. Como en 1873, 1929 y 1973, las contradicciones de un sistema basado exclusivamente en la búsqueda del beneficio, la obtención de plusvalía y la explotación intensiva de los trabajadores están provocando una catástrofe social de dimensiones gigantescas. Las supuestas bondades de la mal llamada globalización, difundidas por los economistas neoliberales y acompañadas por los mariachis mediáticos, que prometían riqueza para todos en cuanto el Estado abandonara las políticas de protección social y se privatizaran los servicios públicos, han quedado reducidas a la dura realidad de un rápido aumento de las desigualdades sociales, el incremento de la pobreza y la marginación social.

En España, la crisis tiene una especial virulencia porque incide sobre un modelo económico basado en la especulación inmobiliaria, la corrupción generalizada y la destrucción del tejido industrial. Lo más grave es la connivencia de los sindicatos mayoritarios con una política económica que desde hace años elimina derechos sociales y deteriora el nivel de vida de la clase obrera.

La oligarquía española pretende cargar el peso de la crisis sobre los trabajadores, abaratando los despidos, alargando la edad de jubilación, disminuyendo las pensiones y rebajando aún más los impuestos a las rentas más altas. Pero hay otra forma de salir de la crisis. Una salida que refuerce el sector estatal de la economía, que nacionalice la banca, que imponga una reforma fiscal avanzada, que cree un parque público de viviendas, que ponga punto final a la privatización de los servicios públicos. Pero esa salida sólo será posible desde la unidad de los trabajadores y la superación del marco político de la monarquía. En España, la proclamación de la III República es el primer paso implantar otra política económica. Para evitar la barbarie, el único camino es el socialismo.

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