2/4/09

Las amistades peligrosas

Rocío Castro

Hace un año, ante un comunicado de periodistas españoles acreditados en Rabat, en el que formulaban quejas sobre el trato alienante y el acoso por parte de las autoridades marroquíes, concretamente en lo que respecta a la cobertura del conflicto del Sáhara Occidental, sale destacada la noticia a bombo y platillo del buen hacer de Moratinos, todo un dechado de habilidades diplomáticas, que “logra que Marruecos rebaje la presión sobre la prensa española. Todo solucionado”.


Hasta ahora, el método seguido por las autoridades marroquíes para expulsar a periodistas “molestos” es la no renovación de sus acreditaciones, obligándolos así a salir del país, ¡arriba la libertad de expresión y de prensa, sí señor!

Ahora, un año después de tan acertada gestión diplomática, Rafael Marchante, fotógrafo gaditano de Reuters, se encuentra con más de lo mismo: no es renovada su acreditación, de nuevo equivalente a su expulsión del país.

El Ministerio de Comunicación marroquí ha dado la somera explicación a Reuters de su decisión debido “ a comportamientos profesionales no conformes con la legislación vigente”.

Rafael Marchante ha cubierto las manifestaciones diarias en Rabat durante un año de diplomados y licenciados marroquíes que no ven salida a las profesiones para las cuales se han cualificado y preparado durante años, reivindicando puestos de trabajo. Sobra decir que cada manifestación acababa a palos protagonizados por los antidisturbios, también para el fotógrafo gaditano, agredido en tres ocasiones y herido durante 2008; una de las cuales se le destrozó su equipo valorado en 6000 euros.

El fotógrafo hace hincapie en la total pasividad de la embajada española en Marruecos, a la que por supuesto ha pedido apoyo diplomático.

Ésta es una de las caras de la moneda del buen hacer de Marruecos para con las libertades y su "buena" relación con España, la otra cara es la que sigue:

Me rebela la actitud del Borbón con respecto a éste país (que por otra parte le importa un bledo como tal), o mejor, su actitud de entrañable “amistad” con su monarca ante el cual todo son sonrisas sin lágrimas, abrazos efusivos y dádivas por ambas partes, así se aprecian y se quieren, esas son “las buenas relaciones entre España y Marruecos”, el “picnic” que de vez en cuando comparten ambos monarcas, que para eso son los dos de sangre real.

¡Qué cínico hay que ser!. Él dirá que todo es consecuencia del juego diplomático, que es necesario, que eso es así.

Hay que tener carencia de escrúpulos para estar “a partir un piñón” con un rey que lo que hace es tener a su pueblo en la mayor de las miserias, mientras él y su familia viven tan rica y fastuosamente de espalda a la cruda y penosa realidad de los suyos, con una represión total y una libertad que brilla por su ausencia. Mientras aquí, el de “la reina y yo”, la tiranía de Mohamed VI como que no va con él y no le importa a la hora de ser amigos y tener gestos de efusividad. Eso no es representatividad ni diplomacia, eso es hipocresía, algo obtendrá personalmente.

Este no es un asunto baladí. El Rey de España "asume la más alta representación del Estado Español en las relaciones internacionales" (Título II, artículo 56 de la Constitución), entre muchas otras cosas, pese a no haber sido elegido y por encima del presidente del Gobierno o el ministro de Exteriores. Las acciones del Borbón son sumamente lesivas para la soberanía española, primero por la mera existencia de su cargo y los privilegios que conlleva, y segundo porque sirve de instrumento para políticas opuestas al interés y a los deseos de la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles, por no hablar de los Derechos Humanos.

España tiene un déficit democrático capital e insostenible. Y no podremos superarlo mientras el Borbón y su amigos de esta cleptocrácia que nos gobierna sigan en sus puestos.

2 comentarios:

Rocío Castro dijo...

Cabezota, tienes la cabeza como un marmolillo de dura

Gracias

Visarión dijo...

Gracias a tí.

Un abrazo muy fuerte.